La lectura es una de las habilidades que más beneficios trae al ser humano. Con ella podemos ampliar nuestra imaginación, incrementar nuestro vocabulario, aprender más de otras culturas e idiomas y hasta “viajar” a lugares que probablemente de forma física nunca conoceremos. Además, desarrolla nuestra capacidad de investigar, experimentar emociones e involucra gran número de procesos cognitivos.
La lectura es algo muy importante para nuestras vidas, y no tan solo desde un punto de vista educativo.
¿cómo formar a nuestros alumnos en la lectura?
Los estudiantes deben tener diariamente experiencias de lectura pura en las que no se la rodee de actividades ni ejercicios adicionales y el interés se concentre en la fascinante experiencia de leer.
¿Y cuáles son los beneficios de la lectura?
La lectura no es tan solo un perfecto entretenimiento. Los libros nos pueden ayudar a comprender mejor el mundo en el que vivimos, además de ayudarnos a ejercitar nuestro cerebro. Al leer, tenemos que ver con nuestra mente lo que el autor nos cuenta: en cierta medida, estamos creando un mundo propio y desarrollando múltiples mecanismos. Sobre todo, hemos de tener en cuenta que los libros nos provocan inquietudes, intereses, nos hacen pensar, nos hacen rebelarnos. Nos están ayudando a comprendernos mejor a nosotros mismos. La frase que, en mi opinión, mejor resume la importancia de la lectura es la de Santa Teresa de Jesús, autora del siglo XVI:
“Lee y conducirás; no leas y serás conducido”.
¿Y dentro del aula, qué papel juegan los libros?
Uno destacado, sin duda. Si nuestros estudiantes leen, están desarrollando la capacidad de comprensión lectora y adquiriendo nuevo vocabulario y nuevas estructuras, casi de manera inconsciente. Además, si un alumno no se ha formado en la lectura, su habilidad de escritura será pobre, acarreando con esto dificultades a la hora de hacer redacciones, tanto en su lengua materna como en una lengua extranjera.
Pero, como profesores, ¿cómo podemos motivar la actividad lectora?
Primero, entendiendo que la lectura no debe ser una obligación: tenemos que intentar que nuestros alumnos le encuentren el gusto a los libros, y que sus hábitos de lectura se conviertan en un hobby. Por supuesto que hay que empezar guiándolos, pero lo ideal sería motivarles de manera que, al llegar a casa, sigan leyendo por su cuenta.
La lectura es un aprendizaje
Hay que empezar desde pequeños. Por eso, debemos de buscar libros adecuados para la edad de nuestros alumnos. Sin embargo, no hay dos lectores iguales. Así, que también tenemos que conocer a nuestros alumnos y ofrecerles diversas posibilidades de lecturas, haciendo especial hincapié en los temas en los que estén interesados cada uno.
Siguiendo la idea de que la lectura es un aprendizaje, no podemos esperar que nuestros alumnos empiecen leyendo los clásicos: ¡cada cosa a su tiempo! Primero hay que ayudarles a definir sus gustos, acercándolos a la literatura infantil y juvenil. Tenemos que conseguir que se interesen por los libros, no que los valoren literariamente – ¡no todavía! -. Si conseguimos que nuestros alumnos se enganchen a una saga de literatura juvenil, por ejemplo, estarán ejercitándose en la actividad lectora y, poco a poco, irán descubriendo más y más libros por su cuenta.
Y ustedes, ¿qué opinan?, ¿Qué hábitos de lectura tienen?, ¿Qué se les ocurre para animar a los alumnos a leer?
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